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Los desplazamientos por carretera son uno de los clásicos del verano. Cientos de kilómetros separan a los ciudadanos en general y a los madrileños en particular, de su lugar de vacaciones. Buscan la paz, el estado zen, lejos de sonidos de cláxones, atascos y la contaminación en general. Tan sólo unos kilómetros más en su vehículo y podrá deshacerse de él unos cuantos días. El único caucho que habrá bajo sus pies serán las chanclas. Pero… ¿cómo reacciona el ser humano cuando vuelve de este letargo estival y vuelve a agarrar un volante? He aquí mi análisis personal sobre el comportamiento del ser humano a la vuelta al cole.

1.-Carril izquierdo. El ser humano debe ser terco por naturaleza, porque no hay nada mejor para él que le sugieran una acción y realice la contraria. Cierto es, que el españolito de a pie, tiende hacia la izquierda (desgraciadamente solo en la carretera), y este carril se ve entorpecido por los que se creen dueños de este espacio.

Este verano la DGT lanzó una campaña para que los conductores ocupasen el carril derecho y utilizasen el izquierdo solo para adelantar, ¿y qué ocurre en las carreteras españolas? Que el carril izquierdo está más lleno que nunca.

Pero que ocupen este carril no es lo peor. Lo peor es que se crean que lo están haciendo bien, porque aunque vayan 120 (máxima velocidad en las carreras españolas) y tú kamikaze que vas achuchando detrás y llegas a incluso a cometer la temeridad de dar de luces para que se cambie a los otros dos carriles vacíos, no puedes ir más rápido. Bien, querido usurpador del carril izquierdo, ese carril está para adelantar, y si a tu derecha no hay nadie, no estás adelantando. Creo que el resto de la ecuación la podrás resolver tú solito.

Muchos no se quitan ni a la tres, llegando a hacer verdaderas caravanas en el carril izquierdo. Hecho que obliga a los más veloces a conducir por el derecho, incurriendo en una infracción, y la consiguiente peligrosidad de la acción.

2.- Velocidad dominguera. Con la visita al Levante, uno de sus principales manjares se ha trasladado a las venas de muchos conductores este agosto: la horchata. Parece que cuanto menos atasco hay en la ciudad, más lento tenemos que ir. Podría denominarse el espíritu del dominguero, porque es ese día cuando se olvida apretar el acelerador. Qué digo yo, está muy bien relajarse al volante para desestresarnos un día, pero… ¿no sería mejor a bordo de una bici? Un poquito de respeto a los que no honramos la santidad de los domingos por obligación laboral.

3.- Espejo derecho. Estimado conductor del s. XXI. El espejo en el lado derecho es altamente recomendable desde hace ya bastantes años y esto no se debe a motivos de equidad estética. Lo llevan los coches para que los uses por tu seguridad. Es decir, querida amiga en la A-3 sentido Valencia, si quieres adentrarte en la salida del centro comercial, comprueba primero que no hay nadie en el carril. Un saludo y gracias desde aquí.

4.- Piques con nocturnidad y alevosía. En verano, los jóvenes y jóvenas se vuelven más propicios a la fiesta. La noche se alarga cualquier día de la semana, sobre todo si no trabajas o estás disfrutando de tus vacaciones en la capital. A pesar de tu estado de ocio, hay personas que trabajan. Si a las 6 de la mañana estoy pendiente de un semáforo y salgo pitando cuando se ponga en verde, no pienses que me estoy picando contigo para ver si tu Golf corre más que mi coche, significa que no quiero llegar tarde al curro. Tú estás volviendo de fiesta a tope de adrenalina, y yo me acabo de levantar y voy al curro. De nada por la aclaración.

5.- Saber cuándo has de ceder el paso en un cruce. Es bastante fundamental que te pares cuando veas un STOP y sigas cuando compruebes que no viene nadie. Un triángulo invertido blanco, significa, petarda del coche gris, que has de disminuir tu velocidad y comprobar que no estoy pasando a la par que tú y tengo que dar un frenazo en seco y que tú ni siquiera te despeines, jodida psicópata. Pero a veces estas señales no las ves porque vas como los burros, mirando to pa lante. Así que, en este caso, si vas por una zona de un solo carril con cruces, moléstate en disminuir cuando llegues a ellos, porque aunque seguro que no lo sabrás, hay que ceder siempre al que viene por la derecha.

Madrid en agosto es una maravilla, a pesar de la pandilla de torpes al volante con los que te encuentras. He podido comprobar que el verano desconecta el cerebro de muchas personas, de aquellos agraciados que han nacido con el. Si sumas eso, a la torpeza por naturaleza de otras muchas, genera en los más experimentados conductores una sensación de estrés que no nos merecemos con este calor y mínima ocupación de las carreteras.

Si no sabes, no conduzcas.

MurZielaGa

Periodista, emprendedora y mamá a full time. Amante de las series y los libros en general y del suspense en particular. Fotógrafa amateur y enganchada a eso de la tinta en todas sus versiones. Cabezota, indecisa y con grandes dosis de ironía. ¿O no?

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