Skip to main content
search

Llegamos al aeropuerto Internacional de Los Ángeles después de una breve escala en Nueva York. Habíamos alquilado un coche con la compañía Álamo (la que nos pareció más barata y la más recomendada por otros viajeros) así que después de recoger las maletas salimos y cogimos un shuttle (autobús de la propia compañía) que nos trasladó desde el aeropuerto al centro de recogida de vehículos. Después de hacer el papeleo pertinente, el recepcionista nos indicó que nuestro coche estaba fuera (donde si no!) y fuimos a recogerlo. Al entrar en el garaje nos dimos cuenta que los coches estaban aparcados en categorías y dentro de la que habías pagado, ¡podías elegir el coche que quisieras! Así que nos subimos al que más nos gustó y nos dirigimos a comenzar nuestra aventura en la Costa Oeste americana.

cocheLo primero que me llamó la atención, volante en mano, es que los semáforos a los que tienes que obedecer se encuentran cruzando la calle, no encima a la derecha como en España. Otra de las curiosidades de los semáforos, es que para girar a la derecha, puedes hacerlo cediendo el paso cuando el semáforo está en rojo para seguir de frente.

Después de conducir un rato por la ciudad llegamos a nuestro hotel típico de carretera. Todos los hoteles los reservamos desde España, para asegurarnos una plaza y no perder el tiempo en nuestro viaje, y también para tener opiniones sobre los que se habían alojado en los mismos. Ahora sólo quedaba cenar y descansar, que al día siguiente comenzaría nuestra visita en la ciudad.

Nos despertamos a las 5 de la mañana gracias a nuestro amigo jet lag y nos pusimos en marcha con toda la tranquilidad del mundo. Para este día teníamos previsto ver el Pueblo de Los Ángeles y el downtown, quizás las partes menos «llamativas» de la ciudad, y por la tarde pasar el día tranquilamente en la playa.

Nos dimos una vuelta entre los rascacielos de Los Ángeles, el Museo de Walt Disney y bajamos andando hasta la zona del Staples Center y del L.A. Live donde se celebrarían unos días más tarde los BET Awards. Alrededor de la zona puedes ver baldosas con los ganadores de los Premios Grammy cada año.

Museo de Wat Disney, LA

Museo de Walt Disney, LA

Después de la zona financiera nos dimos un rápido paseo por Chinatown, que no tiene mucho que ver la verdad. Visitamos el Pueblo de Los Ángeles con su llamativa estación de tren y la conocida Olvera Street, una calle estilo latino con un montón de puestos donde comprar y restaurantes de comida típica mexicana. En uno de ellos llegó mi primera bofetada americana de realidad. El burrito que habíamos pedido tenía dimensiones estratosféricas (más que burrito debería llamarse burrada) y después de comer no me pude fumar un cigarro en la terraza. En todo el estado de California no se puede fumar en bares, restaurantes ni en las terrazas (ni en el resto de los estados que estuvimos) y como en el coche de alquiler tampoco, me fumé mi cigarrito por la calle.

Nos dirigimos al coche donde habíamos aparcado para irnos a Santa Mónica. Conviene fijarse en los precios de los párkings antes de meter el coche. Suelen tener precio para todo el día y suelen variar mucho, ¡aunque estén a pocos metros unos de otros!

Al llegar a Santa Mónica nos impresionó la enorme manta de arena que la cubría, ¡aquí no hace falta bajar la sombrilla a las 8, encuentras sitio fijo! Como también queríamos ver Venice y Muscle Beach, nos alquilamos unas bicis (que frenan con los pedales hacia atrás) y nos dimos un paseo. Por el camino vimos de todo: desde los típicos musculitos haciendo deporte, homeless fumando crack, personajes de todo tipo con sus peculiares puestos, ¡hasta un hombre con toda la cara llena de pelo antes de actuar en su freak show!

Playa de Santa Mónica, LA

Playa de Santa Mónica, LA

Al volver a Santa Mónica nos sumergimos en las aguas del Pacífico intentando que no nos llevase la corriente, ¡no veas lo que arrastra! Otra curiosidad que no os podríais imaginar: ¡no se puede fumar en la playa! jajajaja

Santa Mónica tiene también una zona de tiendas bastante bonita, con una especie de bulevar. En él se reúnen las tiendas de las principales marcas y los restaurantes de moda de la zona. Hay actuaciones callejeras, a nosotros nos coincidió la de un hombre amish la mar de salao!

Cuando se estaba poniendo el sol nos fuimos a dar una vuelta por el pier que es el punto final de la Ruta 66, !pero nos empezar las cosas por el final! Cenamos en el Bubba Gump, más conocido por la película Forrest Gump. Allí nos dieron la segunda bofetada americana: una pinta de cerveza 12 dólares. Eso sí, te puedes llevar el vaso serigrafiado de recuerdo.

Bubba Gump, Santa Mónica, LA

Bubba Gump, Santa Mónica, LA

Por la noche hay diferentes actuaciones a lo largo del pier y del paseo de la playa. ¡Había incluso un hombre con una pitón enorme! Y la verdad es que las luces encendidas de la noria y demás atracciones le dan un toque de color especial a Santa Mónica.

Fotos: Nikon D80 y iPhone 5 by Araceli Rodríguez ©

MurZielaGa

Periodista, emprendedora y mamá a full time. Amante de las series y los libros en general y del suspense en particular. Fotógrafa amateur y enganchada a eso de la tinta en todas sus versiones. Cabezota, indecisa y con grandes dosis de ironía. ¿O no?

Déjanos un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Close Menu