Sé que la espera se ha hecho larga, pero ¡ya estoy de vuelta queridos amigos! Después de 16 días inolvidables en la Costa Oeste de Estados Unidos y una posterior semana de descanso en las playas del Levante, vengo con las pilas cargadas para contaros todo lo que han visto mis ojos. Poco a poco iré elaborando una guía de viaje con mi recorrido en el continente americano para que podáis recopilar ideas, apuntar consejos… por si alguno se plantea un viaje semejante. ¡Lo iré subiendo día por día para que no se me escape nada!
Pero antes de eso, he de hacer una mención especial a esa costa levantina plagada de alemanes, británicos y demás europeos de pieles transparentes cual vampiro de Crepúsculo. A ellos me gustaría dedicarles unas palabras y recomendaciones que deberían seguir. Para empezar, ese color rojizo tipo carabinero no es nada favorecedor, además de insano. Asumidlo de una vez por favor. Igual que yo no podría formar parte de ningún ejército hitleriano, vosotros no podéis tomar el sol 10 horas al día con protección 15 (y eso ya es mucho). Yo ya no sé si ese color es fruto de quemaduras o es la sangre estancada debido a tantas horas en la misma postura. Y, no penséis que me he olvidado de nosotros los oriundos, porque por muy moreno que seas el aceite Johnsons déjalo para después de la ducha en tu casa, que aunque no seas descendiente de Odín, el cáncer no entiende de color de piel.
Después de este momento de leve e irónica crítica ahora va mi enfado monumental. En Estados Unidos prohíben fumar en muchos lugares y uno de ellos es la playa. ¿Qué por qué? Imagino porque el ser humano es tan cerdo que no sabe tirar las colillas a la basura. Esto nos perjudica a los fumadores que, como debería ser normal, acudimos a la playa con nuestro cenicero. Cada vez que llegaba a la playa me tiraba 10 minutos recogiendo colillas anteriores alrededor de mi toalla. ¿No podéis entender que la naturaleza es nuestro mayor patrimonio? ¿Tanto os cuesta recoger lo que ensuciaís? Y ahora ya me voy a centrar en algunos turistas que no tienen ningún problema en pagar unos cuantos euros por las hamacas y las sombrillas, un montón de cerveza, helados… y que luego se van y dejan ¡hasta latas en la arena! Por no hablar de los millones de colillas que hay donde ellos se tumban con todo su mondongo al sol. No puedo entender que con la cultura antitabaco que hay en sus países, lleguen aquí y que, no es que se aprovechen de la libertad de fumar, sino que la pisan y la llenan de mierda. He dicho. Sé que muchos diréis, no se puede generalizar. Pero sí, generalizo y doy mi más sincera enhorabuena y un cordial saludo a todos los turistas que vienen a disfrutar de nuestras costas, no a mancillarlas.
Así que aquí están mis dos recomendaciones para el resto del verano: ¡mucha cremita y a dejar limpia la playa!