Épico, histórico, magnífico, gradioso, majestuoso, excelente… Un capítulo que me ha dejado sin palabras. Así es como resumo la nueva entrega de la cuarta temporada de Juego de Tronos, que además tiene nombre propio: Peter Dinklage. Su impecable actuación, su histriónicos gestos cual dramaturgo teatral hace imaginar la posibilidad de un nuevo Emmy o Globo de Oro para su haber. Su personaje, Tyrion Lannister se enfrenta al juicio por la santa muerte de su sobrino Joffrey y el monólogo que se marca este actor es digno de cualquier galardón. Dinklage puede ser pequeño de estatura, pero se vuelve gigante en la pantalla.
Este juicio sorprenderá a muchos por la declaración de un testigo muy especial, que será clave para la decisión que toma Tyrion. Un declarante inesperado que relata su versión sobre la culpabilidad del enano y que da una nueva vuelta de tuerca a la historia. En este escenario también queda claro el amor de hermanos y los rencores existentes entre los tres Lannister, entre el que se añade el gran papá Twyin.
Como la cosa va de hermanos, Asha Greyjoy regresa a la historia con alardes de valentía y honor para la casa calamar. Hediondo (Theon Greyjoy) ya no sabe quién es y en futuros capítulos tendrá que recordarlo, o eso es lo que parece… Me gustaría destacar el gran papel que realiza Iwan Rheon (Ramsay Bolton), su despiadada locura se transmite a la perfección y me ha ganado. Me declaro fan incondicional de Ramsay Bolton, su oscura mirada y su especial tono de voz. ¿Estáis de acuerdo?
Una curiosidad del capítulo: se incorpora al reparto Mark Gattis, más conocido por interpretar a Mycroft, hermano de Sherlock en la genial serie inglesa (algún día tendré que dedicarle una entrada no?)
Chicos, el final se acerca y todavía quedan tantas cosas qué resolverse… ¡Pero no desesperéis! Como diría el Cholo Simeone, vamos a ir capítulo a capítulo.
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