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La gente malintencionada se ha aventurado a afirmar que los madrileños no saben conducir cuando llueve, y esta regla de tres la aplico (también de manera malintencionada) a esos seres portadores de paraguas que acaparan las aceras de la capital. Si bien es cierto que Madrid se colapsa cuando cuatro gotas decoran el asfalto de la ciudad, las aceras madrileñas sufren un efecto parecido. Por ello, yo, gallega con nivel experto en el uso del paraguas, solicito a la Dirección General de Tráfico que exija un carnet de usuario a todos aquellos que quieran salir a pasear, paraguas en mano.

Estos días la meteorología no ha dado tregua a esos pelos foscos por naturaleza que se vuelven lacios con las maravillosas planchas. En Madrid lleva lloviendo desde el pasado sábado, y tan sólo esto ya es noticia. Por ello, pocos son los valientes que salen a la calle sin el temido artilugio que ampara la lluvia, y muchos sufrimos las malas artes de sus dueños. Las aceras sufren parecidos atascos a la M30, y yo que voy siempre con el tiempo pegado a mi maravilloso trasero, tengo que hacer «el culebra» de manera literal. Cual cani a bordo de su Seat Córdoba amarillo, he tenido que hacer adelantamientos en zigzag para esquivar a todas las personas que ocupaban la acera, llegando a ralentizar tanto el paso, hasta haber parones en algunos tramos. Esto, al igual que los coches, hace que los últimos despistados que cruzan los semáforos in extremis, choquen contra el útimo viandante produciendo una colisión múltiple.

Porque queridos amigos, los usuarios de los paraguas no respetan la distancia de seguridad. Así que si les chocan a ellos, te acaban haciendo un boquete en la parte posterior del cráneo, lugar de residencia de tu mejor idea del día, que desaparece a causa del traumatismo. Tampoco se respeta la distancia de seguridad de manera lateral, así que si te tienen que adelantar, no dudan en arrasar con buena parte de tu cabello. En caso de los más enmarañados, pueden incluso arrastrarte tras de ellos como si fueras su perrillo.

Los portadores de paraguas creen que habitan en su propia burbuja. Me explico. Se creen que alrededor de su paraguas se crea una esfera virtual con la que tienen su espacio asegurado. Esta mañana he corrido riesgo serio de quedarme sin ojo y he adquirido nivel profesional de introducir cabeza en paraguas ajeno para poder seguir avanzando en la calle.

Otro de los peligros que corren los amateurs del mundo paraguas en general, es que no se saben las leyes básicas del movimiento de aire. Ni con la lluvia, ni en la playa. ¿Cuántas sombrillas hemos visto volar este verano? Puede ser directamente proporcional al número de paraguas que veremos dados la vuelta este invierno. Y como cada vez ahorramos más, compramos en los chinos. Y los chinos, a pesar de ser unos grandes expertos en el mundo lluvia, llegando a adquirir lo que se conoce como «nivel monzón», no fabrican sus paraguas para la mezcla de viento y agua en Madrid. Cierto es, que verán lo que aquí llueve y dirán «si hasta con un periódico se podrían cubrir». Pero no, queridos amigos de ojos rasgados, estos paraguas no han sido confeccionados para nivel amateur. Así que, si te sitúas como la mayoría de los madrileños en el nivel de aficionado en el uso del paraguas, cómprate uno de esos gigantes con ballenas fuertes para impedir que se te dé la vuelta. Evitarás hacer el ridículo, empapar al que llevas en frente, y algún accidente no deseado. Y efectivamente, con esos paraguas robustos tendrás más posibilidades de sacar ojos a esos seres inmundos que osan disfrutar de la lluvia bajo una capucha, como una servidora.

Desde pequeña me crié entre paraguas y temporales, aprendiendo a utilizarlos hasta en las situaciones más extremas. Tengo amplia experiencia en la conducción del mismo, por eso quien viaja en momentos de lluvia conmigo, lo hace con la seguridad que le transmito. Está claro que hace falta práctica y yo aprendí a base de utilizarlo durante 9 meses al año, por lo que es entendible que un madrileño no logre jamás subir de nivel en el manejo del paraguas. Propongo una creación de academia de paraguas con su consiguiente examen, para evitar que pasear en Madrid se convierta en profesión de riesgo. A mí, viadante ocasional, me dais mucho miedito.pareja lluvia

MurZielaGa

Periodista, emprendedora y mamá a full time. Amante de las series y los libros en general y del suspense en particular. Fotógrafa amateur y enganchada a eso de la tinta en todas sus versiones. Cabezota, indecisa y con grandes dosis de ironía. ¿O no?

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