Septiembre en Islandia es ese preciso instante en el que el verano echa el cierre mientras el invierno se asoma por la puerta con gesto travieso. Si ya la ruta que hicimos en islandia en verano, de calor tuvo lo justo, si viajas a Islandia en septiembre, no te vas a encontrar atisbo de calor. En este mes las temperaturas oscilan entre los 3 °C y los 11 °C, el viento marinero sopla con ganas (de hecho tienes que tener bastante cuidado al conducir) y las nubes tienen más lluvia que otros meses. Pero no todo va a ser regular, hay algo muy bueno: la oscuridad que llega a principios de septiembre. Menos horas de sol significan noches más largas y, con un poco de suerte, la primera aurora boreal de la temporada. ¿Te imaginas que te toca a ti?
Con este panorama entre manos, la maleta se convierte en un tetris de supervivencia. La estrategia clásica de ‘tres capas’ (base, aislamiento e impermeable) funciona de maravilla, pero conviene pulirla para un mes que mezcla lo mejor (y lo peor) de dos estaciones. ¡En este post te encontrarás qué ropa llevar a Islandia en septiembre cuando asoma el frío y las lluvias!
Índice de contenidos
Ropa para Islandia en Septiembre: la aislante

Los tejidos estrella son la lana merino y los sintéticos técnicos. La primera regula la temperatura y aguanta varios días sin oler como un calcetín sudado; los segundos secan a la velocidad de la luz y pesan poquísimo. Yo viajo con tres camisetas térmicas: una puesta, otra para recambio rápido y la tercera esperando de por si acaso. ¡Ah! Deja el algodón en casa; tarda tanto en secar que, cuando lo hace, ya has vuelto del viaje.
Con dos o tres camisetas térmicas de este material cubro todo el viaje: una puesta, otra secando sobre el radiador geotérmico de turno y una tercera doblada en el maletero, lista para entrar en juego si la noche promete auroras. Esa rotación me permite —palabra clave mediante— saber con certeza qué ropa llevar a Islandia en septiembre sin sentir que cargo con un cajón entero de la cómoda.
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Ropa para Islandia en Septiembre: la calentita

Confieso que alterno. Si el plan es un trekking tranquilo por el Círculo Dorado, me basta el polar: sé que el esfuerzo me mantendrá templada y, si la niebla descarga, no sufriré porque tarde un poco en secar. Para las vigilias nocturnas en la península de Snæfellsnes, donde las luces del norte suelen sorprender al final de mes, saco el plumífero: hace el clic perfecto entre ligereza y aislamiento.
Lo importante es recordar que la temperatura de Islandia en septiembre puede cambiar en cuestión de minutos; llevar una segunda capa versátil es el seguro de vida que te permite disfrutar y no convertir cada parada en un desfile de quejas.
Ropa para Islandia en Septiembre, la impermeable

Los pantalones hard-shell juegan en la misma liga. Sí, parecen excesivos la primera vez que los metes en la mochila, pero bendices cada gramo extra cuando las rachas de cincuenta kilómetros por hora levantan la lluvia desde el suelo y te azotan de rodillas para abajo. Si no tienes, puedes llevarte unos soft shell y luego meter alguna capa debajo.
Si tuviera que resumirlo: la capa externa no va de estilo, sino de supervivencia cómoda. Y cuando estás plantado frente a Skógafoss, con su bruma envolviéndote como un spray gigante, agradeces no estar haciendo equilibrios con un chubasquero de festival.
¿Qué calzado llevar a Islandia en Septiembre?

Ambiente en Reikiavik
Los pies son los grandes olvidados hasta que protestan, y en Islandia esas quejas suelen venir en estéreo: humedad y falta de agarre. Para evitar dramas, el santo grial se llama botas trekking waterproof. No hablo de esas zapatillas resistentes al agua que se rinden al primer charco. Me refiero a calzado con membrana impermeable (Gore-Tex o similar) y suela en condiciones que muerda la grava volcánica como si fuera chicle. En septiembre, los senderos pueden amanecer secos y acabar convertidos en pistas de barro, así que necesitas un compañero que no patine en la transición. El calzado es de las cosas más importantes en un viaje cualquiera y más en un viaje a Islandia en Septiembre, donde ciertos terrenos se pueden convertir en un auténtico reto.
La clave sería tener sujeto el tobillo medio, para evitar torceduras, aunque si tu viaje va a ser de ver cascadas y poco más, con una zapatilla de trekking (si el clima no es muy adverso) debería valerte.. Si ves que va a hacer más frío del habitual, puedes añadir unas plantillas térmicas que sirvan de aislante a tus zapatillas.
- Nosotros apostamos por estas en nuestro viaje a Finlandia, pero quizás para Islandia en septiembre sea demasiado. ¡Echa un vistazo a lo que te apetezca!
Ahora bien, nadie quiere sentirse Robocop en los cafés hipster de Reikiavik. Para los paseos urbanos y visitas a museos, apuesto por zapatillas impermeables urbanas: ligeras, con suela acolchada y diseño sobrio que no desentona junto a un capuchino de especialidad. Siguen la filosofía ‘calzado impermeable Islandia’ pero permiten que tus pies respiren después de la jornada de trekking. Quizás en tu viaje a Islandia en septiembre sea lo único que necesites, si no te vas a hacer trekkings demasiado complicados. Te dejo las que me llevé yo y que fueron suficientes.
Un truco que aprendí observando: cada noche rellena las botas con papel de periódico. Absorbe la humedad residual y mantiene la forma, listo para un nuevo día de aventura. Y si la jornada ha sido más dura de lo que esperabas, basta con cambiar los calcetines de lana merino por unos secos para sentir que estrenas calzado. Porque, al final, de nada sirve clavar la foto perfecta de un puffin si los pies exigen rescate antes de cenar. ¡Echa un vistazo a los que te he enlazado más arriba!
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Accesorios imprescindibles para llevar a Islandia en septiembre
Hay viajeros que creen que los accesorios son un capricho, un ‘por si acaso’ que acaba olvidado en el fondo de la mochila. En Islandia, en septiembre, esos pequeños objetos son la diferencia entre volver al coche con la sonrisa puesta o con los dedos entumecidos como croquetas congeladas. Te lo digo porque una vez subestimé el viento en la península de Snæfellsnes y ¡OJO!. Te voy a recomendar varias cosas que te van a venir fenomenal.
Empecemos por la cabeza. Las orejas son la primera línea de batalla contra el frío, y ganarla es tan fácil como llevar un gorro ligero de lana merino. Parece un detalle sin importancia hasta que el viento se cuela por la capucha y convierte el paseo más anodino en un concierto de castañuelas dentales. Acompáñalo con una braga tipo Buff: la enrollas en el cuello, la subes a la nariz o la transformas en diadema si te sobra calor. Versatilidad es poder. También puedes llevar solo braga y que la uses para la cabeza. ¡Cómo quieras! Te dejo dos opciones bastante económicas, transpirables y ligeras.
Los guantes, por su parte, han de ser impermeables y aptos para pantallas. Puede sonar obvio, pero la lluvia fina —esa que no se ve venir y te empapa igual— convierte un guante de tela normal en una esponja inútil. Con unos táctiles impermeables sigues disparando la cámara sin sentir que se te van a fracturar los dedos cada vez que apartas la mano del bolsillo acolchado.
En los pies, los calcetines de lana merino son tan básicos como las ruedas del coche. En ‘modo septiembre’ recomiendo llevar dos pares al día cuando toca caminar unos cuantos kilómetros: uno para las horas de ruta, otro para el recambio vespertino, cuando la humedad ya ha hecho acto de presencia. Sobre todo si eres de los que le suda mucho los pies. Aunque son transpirables, seguro que agradeces el cambio.
Si vas a catar cascadas añade una funda impermeable para la mochila (si es que no es estanca), porque tu chaqueta puede ser de 10 000 mm, pero el portátil y la cámara prefieren no nadar ese día. Y, hablando de comodidad, un termo pequeño para café o chocolate caliente pesa menos que una lata de refresco y calienta el ánimo en medio de la niebla más gris.
- Funda para mochilas para que no se te cuele el agua en las cremalleras.
- O sino compra una mochila estanca. ¡Está es súper TOP!
Por último, el accesorio sorpresa: una bolsa de compresión estanca. Te salva cuando el clima decide mezclar chaparrón y barro, y necesitas aislar la ropa sucia sin que el interior de la maleta huela a calcetín olvidado de gimnasio. De paso, ahorras espacio para algún recuerdo, o para ese jersey islandés que juras que no comprarás y que terminará viniendo contigo.
En resumen, estos complementos son los compañeros discretos que hacen posible que las grandes protagonistas —tus preciadas capas térmicas Islandia y la imprescindible ropa impermeable Islandia, brillen sin contratiempos. Porque el objetivo no es solo tachar cascadas del mapa, sino hacerlo con las manos secas, las orejas en su sitio y suficiente energía como para perseguir auroras cuando caiga la noche.
Accesorios para tus mejores recuerdos fotográficos

Parque Nacional de Skaftafell
Porque sí, Islandia en septiembre te va a regalar luces y colores que no caben en la tarjeta SD de ningún teléfono, así que más vale ir armado con algo más serio que la cámara frontal del móvil. Yo —que nunca pierdo la fe en el “momento National Geographic improvisado”— viajo con tres aliados que caben en un bolsillo extra de la mochila pero multiplican las posibilidades de volver a casa con un carrete digital que quite el hipo.
Primero, el objetivo Nikon 70-300 mm (no es muy caro y cumple su función) En los acantilados de Dyrhólaey es casi una extensión de mi brazo: esos 300 mm son la distancia perfecta para enfocar a los puffins sin invadir su espacio personal ni tropezar con una ráfaga de viento que te convierta en cometa humana. La abertura es suficientemente luminosa para robar detalles incluso cuando las nubes juegan a improvisar un apagón, y el estabilizador interno se agradece cuando el pulso tiembla.
Segundo imprescindible: una funda impermeable para la cámara. No hablo de un plástico cutre atado con una goma (eso lo probé una vez y la calima de Skógafoss acabó calando igual), sino de una bolsa más seria, con ventana transparente y cuerdas de ajuste que permiten manejar botones y anillos de enfoque sin empapar el equipo. Créeme, la lluvia horizontal de septiembre no perdona, y descubrir condensación dentro del visor es el tipo de drama que te obliga a revisar el saldo de la tarjeta de crédito antes de tiempo.
Y, como tercer mosquetero, mi GoPro Hero 12. Ligera, todoterreno y con un modo de estabilización impresionante, me parece un gran aliado para llevarte a Islandia en septiembre. Ya no necesita carcasa para sumergirse y es muy cómoda para situaciones con agua.
Con este trío —teleobjetivo para fauna esquiva, funda para aguantar el chaparrón y GoPro para las tomas imposibles— tienes cubierta la gama completa de recuerdos: desde los picos nevados reflejados en lagunas hasta el aleteo naranja de un frailecillo despistado.
¿Qué tiempo hace en Islandia en septiembre?

Vista de lejos de la cascada de Dyjandi
No sé si sabes que si viajas a Islandia en agosto tampoco irás en chanclas, pero lo que debes tener claro es que en septiembre ya has dicho adiós a lo que entienden como verano en el país. La temperatura Islandia septiembre se mueve en una horquilla juguetona: al amanecer, sobre todo en el interior, puede rozar los 3 °C, mientras que las tardes más agradables a orillas del Atlántico alcanzan los 11 °C. No es frío polar pero es para abrigarse. No podrás sobrevivir ni por el día con una simple sudadera. O quizás sí, si te vienen días soleados, así que por eso insisto tanto en las capas. Así irás siempre con la ropa que realmente necesites.
Septiembre es un mes ventoso en Islandia
El cielo, por su parte, practica el multitasking climático. La lluvia suma unos 80 mm en el mes, pero no te imagines diluvios del sudeste asiático: lo suyo es un chispeo constante, casi microscópico, impulsado por rachas de viento que pueden llegar a 50 km/h en la costa sur. Así se forma una especie de ‘spray’ persistente es el culpable de que la ropa impermeable Islandia deje de ser un lujo y se vuelva un artículo de primera necesidad. Añade que, con la llegada de las primeras bajas atlánticas, el barómetro se divierte marcando subidas y bajadas exprés y tú lo notarás cuando el coche baile sobre la Ring Road. Puedes revisar el estado de las carreteras en esta web.
En Septiembre aparecen las primeras auroras boreales
Otro de los detalles también son los cambios de luz: septiembre arranca con unas catorce horas de claridad, pero al acercarse el equinoccio ya sólo se puede disfrutar de once. La buena noticia es que, cuanto más corta es la jornada, más larga es la noche (obvio) y con ella aumenta las posibilidades de ver las primeras auroras boreales de la temporada. No esperes que la suerte gire a tu favor pero oye, algunas posibilidades tienes. Eso sí: cuando el índice KP se porte bien, sal de la ciudad y abrígate; descubrirás en carne propia por qué aquello de qué ropa llevar a Islandia en septiembre no es un capricho, sino la diferencia entre disfrutar de lo mejor de Islandia o solo pensar en que te estás congelando.
En resumen, septiembre en Islandia es un mes de transición, un pie todavía en el ‘veranillo subártico’, otro tanteando el invierno. Si entiendes esto y sigues las normas de las capas, encontrarás la clave perfecta para disfrutar de las mejores cascadas de Islandia y otras tantas cosas que tiene que ofrecer el país.
Todas tus preguntas para viajar a Islandia en septiembre
¿Camper para recorrer Islandia en Septiembre?
Una de las mejores maneras de recorrer Islandia en septiembre es alquilar una camper 4×4.
¿Hace falta bañador en septiembre?
Rotundamente sí. Las piscinas geotérmicas siguen a 38 °C cuando fuera tiembla el termómetro, y nada compensa mejor una jornada bajo la lluvia que flotar en agua turquesa con vapor envolvente.
¿Se pueden ver auroras boreales en Reikiavik?
Puedes verlas, pero el alumbrado urbano juega en su contra. Conducir veinte minutos hasta el faro de Grótta dispara tus probabilidades sin sacrificar horas de sueño.
Así que ya lo sabes: en septiembre, Islandia se pone la chaqueta, enciende los focos verdes del cielo y te tiende la mano para una aventura que huele a lava húmeda y café recién hecho. Si dominas el arte de las capas, confías en tu equipo y te animas a vivir la carretera quizá a bordo de una camper, cada curva de la Ring Road se convertirá en una anécdota que contar y no en una batalla contra el tiempo. Abrígate con cabeza, mantén la curiosidad bien despierta y, cuando regreses, cuéntame qué tal fue tu primera aurora: estoy deseando leerte en los comentarios y brindarte la próxima ruta con la que seguir llenando de historias tu pasaporte viajero.
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