Efectivamente, yo era la primera que no tenía ni pajolera idea sobre qué ver en Luxemburgo. De hecho no lo tenía ni en mi lista de países que visitar, pero casualidades de la vida (y de la Navidad) nos llevó allí y nos encantó.
Estuvimos dos días en la ciudad antes de seguir hacia el valle del Mosela y Colonia en Navidad, y todavía me sorprende lo mucho que ofrece para lo pequeña que es. Todo está impecable, tranquilo y tan bien organizado que hacen muy fácil visitarlo todo. Otro punto importante, es que no hay demasiado turismo, por lo que se visita muy fácil y de manera muy agradable.
Si estás planeando una escapada corta, aquí tienes los lugares imprescindibles que ver en Luxemburgo, contados como a mí me gusta: sin postureo, con lo que realmente merece la pena y con algunos apuntes de nuestra experiencia (spoiler: sí, comimos un bocadillo de salmón glorioso en el mercadillo y no, no sé dónde conseguirlo fuera de Navidad).
Índice de contenidos
Ciudad de Luxemburgo, el corazón del país
Lo mejor que puedes hacer es olvidarte del coche. De hecho, nosotros alquilamos uno cuando finalizamos nuestra visita a Luxemburgo para dedicarnos a explorar los alrededores. Porque, aunque no te haga falta en la ciudad, viene fenomenal para ver otros lugares que, por cierto, nos encantaron.
Luxemburgo es pequeño, pero el centro histórico tiene más desniveles que una montaña rusa. Entre los ascensores públicos que conectan la ciudad alta y baja (gratis y con vistas) y el transporte público también gratuito en todo el país, no hay excusa para no moverse a pie.
La Ciudad Vieja de Luxemburgo (Ville Haute) está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1994. Y no es para menos: combina restos de fortificaciones, iglesias góticas, palacios y parques en un entorno muy de cuento. Lo curioso es que todo ese encanto monumental está construido sobre un acantilado. Por eso desde cualquier punto hay vistas, túneles o escaleras que bajan a otra parte de la ciudad. Te recomiendo visitar tanto la parte alta como la baja de la ciudad, como hicimos nosotros, así tienes doble perspectiva de muchos de los lugares que ver en Luxemburgo.
Viaja siempre con seguro
Nosotros tuvimos que usar el seguro médico en Luxemburgo con la peque y la experiencia fue tan de 10 que he tenido que contar por qué también se debería viajar con seguro de viaje por Europa.
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Chemin la Corniche, el lugar más emblemático que ver en Luxemburgo

Desde allí ves el Barrio del Grund, el río, los puentes y las casas con tejados de pizarra que parecen colocadas a propósito para la foto. Si vas al atardecer, el reflejo dorado sobre los muros es espectacular. Es, sin duda, uno de los lugares más bonitos que ver en Luxemburgo. Yo intenté ir a ver el atardecer allí porque había visto imágenes muy bonitas de este momento pero no tuve suerte, estaba completamente nubado y me fui al otro lado de la ciudad.
Nosotros visitamos la ciudad por la mañana y no había casi gente, aunque te confieso que al volver por la tarde tampoco.
💡 Consejo: si llevas niños, no te preocupes. El paseo tiene barandilla en todo el tramo y bancos para descansar. Y si viajas en invierno, abrígate bien. El viento ahí arriba corta.
Desde la Corniche puedes bajar al Grund en pocos minutos: o por las escaleras (prepara piernas) o con el ascensor público de Pfaffenthal, una de esas genialidades que solo existen en países organizados. ¡Nosotros bajamos andando! Había leído que había un ascensor pero la verdad ni pusimos intención de ver dónde estaba. ¡Que no se diga que no estábamos en forma!
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El Barrio del Grund y el Valle del Pétrusse: el Luxemburgo más bonito (y más bajo)
Si pensabas que subiendo a Chermin la Corniche verías lo mejor de Luxemburgo, igual cambias de idea cuando bajes al Barrio del Grund.
Está justo en el valle del río Alzette, y puedes apreciar su forma desde el mirador, pero te recomiendo bajar y apreciar su belleza junto al agua. Cuando bajas y lo recorres a pie, entiendes por qué todo el mundo lo menciona: es, sin duda, uno de los lugares imprescindibles que ver en Luxemburgo.
El Grund es el barrio más antiguo de la ciudad y uno de los más fotogénicos. Aquí estaban los antiguos monasterios y hospitales medievales, y todavía se conservan la Abadía de Neumünster y parte de las murallas originales. Hoy es una zona tranquila, con calles empedradas, puentes preciosos y alguna que otra cafetería perfecta para parar.
Se puede bajar de varias formas, pero lo más cómodo es usar el ascensor público que conecta la ciudad alta con el valle. Es gratis, panorámico y baja unos 70 metros en apenas medio minuto. Si lo coges desde la parada de Plateau Saint-Esprit, sales justo al lado de la abadía.
💡 Consejo útil: si viajas con niños o carritos, este ascensor te salva la vida. Y si vas en invierno, mejor evitar las escaleras porque las piedras resbalan muchísimo.
Nosotros hicimos la visita divididos: las madres bajamos al Grund mientras los padres y las niñas se quedaron en los mercadillos. Fue un momento para nosotras, para disfrutar de la ribera del río y también para hacer unas fotos chulas con las preciosas fachadas de las casas del barrio.
El paseo por el río es corto pero precioso, con vistas a los puentes y a la parte alta. Es un sitio perfecto para desconectar y hacer fotos tranquilas. Además, si sigues andando un poco más, llegas al Valle del Pétrusse, otro de esos lugares que parecen sacados de un decorado.
El Valle del Pétrusse es un parque enorme que bordea el centro histórico y pasa justo por debajo del Puente Adolfo, uno de los símbolos de la ciudad. Si te apetece descansar del turismo cultural, aquí puedes pasear entre árboles, ver ardillas y sentarte en algún banco con vistas. Es el contrapunto verde perfecto para tanto empedrado.
La estatua de la sirena de Luxemburgo: Mélusine, la novia con truco

Durante años vivieron felices (o eso dice la leyenda, pero a saber), hasta que al conde le pudo la curiosidad y decidió espiarla. La descubrió en el baño, y como seguro que te esperabas, con una cola de pez. Ella se dio cuenta, gritó, y desapareció para siempre en el río. Desde entonces, dicen que su espíritu sigue saliendo cada noche para ver las luces de Luxemburgo reflejadas en el agua.
Hoy hay una pequeña estatua de Mélusine junto al río, casi escondida bajo uno de los puentes del Grund. La reconocerás enseguida: está sentada en la orilla, con la cola de pez y un color que, sinceramente, no me pega nada en medio de la estampa.
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El Palacio Gran Ducal y las plazas del centro histórico
Después de recorrer el Grund y volver a subir, toca la parte más elegante de la ciudad: el centro histórico, donde todo parece ordenado al milímetro. Es el tipo de sitio donde no desentonan ni los cubos de la basura, aquí se nota la pasta, amigas.
El Palacio Gran Ducal es la joya de esta zona y uno de los lugares imprescindibles que ver en Luxemburgo. Es la residencia oficial del Gran Duque, que por cierto, ahora es ‘nuevo’ porque ha iniciado su reinado en 2025. Una pena porque me encantaba la anterior ‘Gran Duquesa María Teresa’, ¡jajaja! Volviendo al Palacio Gran Ducal, contarte que el edificio actual es del siglo XVI, aunque ha tenido más reformas que una casa heredada. Mezcla estilos renacentistas y flamencos, y si te fijas bien, tiene hasta gárgolas con caras que parecen sacadas de una película de Tim Burton.
Durante el verano se puede visitar por dentro con guía (en la web oficial encontrarás toda la información de cómo comprarlas), pero el resto del año solo se ve por fuera. De hecho, en el momento que escribo este post, todavía no han puesto las visitas para verano de 2026. Así que te recomiendo que sigas el enlace que te he puesto si tu visita es para esa fecha. Aunque no entres, merece la pena pasar y mirar el cambio de guardia, mucho más discreto que el británico, pero con ese punto de solemnidad centroeuropea que se agradece.
Precio de las entradas de la visita guiada al Palacio Ducal de Luxemburgo
- Adultos: 18€
- Niños de 4 a 12 años: 9 €
- Menores de 4 años: gratis
💡 Consejo práctico: justo enfrente está la Chocolate House, un café donde sirven chocolate caliente con palo. Perfecto para sentarte un rato y ver pasar la vida mientras te cuestionas si deberías mudarte a un país donde la gente parece no tener estrés. Bueno parece no tener estrés y parece tener mucha pasta también. Si combinásemos ambas sería estupendo.
Muy cerca está la Plaza Guillaume II, con la estatua ecuestre del Gran Duque que le da nombre, y la Plaza de Armas, la más animada del centro. En verano está llena de terrazas, y en invierno es donde montan algunos de los mercadillos de Navidad más bonitos de la ciudad (pero eso ya te lo conté en mi otro post, así que no me repito).
Si sigues caminando por la Grand Rue, encontrarás tiendas elegantes, cafés y alguna que otra joyería que cuesta más que tu coche. Luxemburgo es caro, pero tiene ese tipo de elegancia sin pretensiones que no molesta.
💡 Curiosidad: el lema nacional de Luxemburgo es “Mir wëlle bleiwe wat mir sinn” (queremos seguir siendo lo que somos). Y si lo piensas, define perfectamente a este país: pequeño, discreto y muy suyo.
Plaza Guillaume II, el centro de todo

Además, la plaza tiene edificios preciosos y mucho ambiente, sobre todo en verano, cuando se montan mercadillos y eventos. En invierno, es uno de los escenarios de los mercados de Navidad, pero fuera de temporada navideña es un gran sitio para tomar algo al aire libre.
Y si quieres una pausa, pide un café en el Kaempff-Kohler, una pastelería histórica que lleva más de un siglo endulzando Luxemburgo. No es nada barato, pero el croissant vale la inversión
Plaza de la Constitución, vistas, banderas y memoria
A pocos minutos de la Plaza Guillaume II está la Plaza de la Constitución, una de las más fotogénicas de la ciudad (nosotros la vimos llena de mercados navideños). Desde allí tienes unas vistas espectaculares del Valle del Pétrusse y del Puente Adolfo, dos iconos de Luxemburgo. ¡Visítala al atardecer, te lo recomiendo! Podrás hacer fotos preciosas.
En el centro se levanta el monumento Gelle Fra, una estatua de bronce cubierta de pan de oro que representa la libertad. Vamos es la estatua de la libertad de Luxemburgo. La original se erigió en 1923 en honor a los soldados luxemburgueses muertos en la Primera Guerra Mundial, aunque durante la ocupación nazi fue destruida. Lo que ves hoy es una reconstrucción fiel, símbolo del renacimiento del país.
Además de ser un lugar que ver en Luxemburgo, la Plaza de la Constitución, tiene su importancia histórica: fue aquí donde se celebró la independencia del país y donde ondea una de las banderas más grandes de Luxemburgo.
Si viajas en verano, hay bancos con sombra y músicos callejeros; en invierno, el viento sopla fuerte, pero las vistas compensan.
Las Casamatas del Bock, uno de los lugares más típicos que ver en Luxemburgo
Si estás preparando tu ruta y te preguntas qué ver en Luxemburgo además del casco histórico, apunta esto bien alto en la lista: las Casamatas del Bock. Son uno de los lugares más impresionantes y más peculiares de la capital.
Una de las cosas más curiosas de la capital son las Casamatas del Bock, unos túneles excavados en la roca que recorren buena parte del subsuelo del casco antiguo. En su día eran parte del sistema defensivo de la ciudad, y por eso a Luxemburgo se le llegó a llamar ‘el Gibraltar del Norte’.
Se construyeron en el siglo XVII, cuando los españoles controlaban la zona, y luego los ampliaron los franceses y austriacos. Durante siglos sirvieron para esconder tropas, armamento e incluso cañones. Y más adelante, durante la Segunda Guerra Mundial, se usaron como refugio antiaéreo. En total, hay más de 17 kilómetros de galerías, aunque solo una parte es visitable.
Por desgracia, nosotros no pudimos verlas porque a las niñas no le llamaban demasiado y habíamos leído que había zonas estrechas y con poca iluminación.
La entrada cuesta unos 7 € y puedes reservarla en la página de Turismo de Luxemburgo.
Si te gusta la historia o simplemente te atrae la idea de pasear por túneles que han visto pasar medio continente, es uno de los lugares que ver en Luxemburgo que te van a gustar. Y si no, al menos acércate al mirador superior del Bock, que tiene una de las vistas más bonitas de Luxemburgo sobre el valle y el Grund.
Cementerio americano de Luxemburgo, un pequeño Arlington que me perdí
Si no tienes tiempo en la ciudad, no lo consideraría uno de los lugares imprescindibles que ver en Luxemburgo. Más que nada porque nosotros no lo consideramos en su día y no los vimos. Peeero te lo cuento porque sí me hubiese gustado. Si no eres nuevo por aquí, sabes que me gustan los cementerios y que suelo visitarlo en las ciudades. De hecho el cementerio americano de Luxemburgo se parece a otro que visité en Washington, al cementerio de Arlington. ¿No te parece?
Visitar los cementerios militares de Luxemburgo es un plan sobrio pero muy recomendable si te interesa la historia. A pocos kilómetros del centro tienes dos espacios clave de la Batalla de las Ardenas: el Cementerio Militar Americano de Luxemburgo (Hamm) y el Cementerio Militar Alemán de Sandweiler. Ver ambos en la misma salida ayuda a entender dos miradas de una misma guerra.
Cementerio Militar Americano de Luxemburgo (Hamm)
El Luxembourg American Cemetery acoge a más de 5.000 soldados estadounidenses caídos en 1944–45. Aquí está enterrado el general George S. Patton, junto a sus hombres. El recinto está impecable, con filas de cruces blancas, capilla y paneles que contextualizan la ofensiva en el frente occidental.
Info útil para tu visita
- Ubicación: barrio de Hamm, a ~15 min del centro en coche.
- Acceso y precio: entrada gratuita; suele abrir a diario (comprueba avisos puntuales en festivos o mantenimiento).
- Cómo ir sin coche: bus urbano (p. ej., línea 29 hacia la zona de Hamm) + breve paseo.
Cementerio Militar Alemán de Sandweiler
A menos de 2 km del anterior está el Deutscher Soldatenfriedhof Sandweiler, con ~10.900 soldados alemanes. Más boscoso y sobrio, con cruces de piedra oscura y un memorial central. El contraste con Hamm es evidente y, precisamente por eso, la visita combinada tiene mucho sentido.
Kirchberg, qué ver en Luxemburgo moderno

La Catedral de Notre Dame
Cuando piensas en qué ver en Luxemburgo, lo último que imaginas es un barrio lleno de cristal, arte contemporáneo y sedes europeas. Pero ahí está Kirchberg, la zona moderna de la ciudad, perfecta para entender cómo este país diminuto se ha convertido en uno de los más ricos y organizados de Europa.
Después de tanto empedrado, fortaleza y palacio, Luxemburgo tiene otra cara completamente distinta: Kirchberg, el barrio moderno, financiero y europeo por excelencia. Vamos, la zona donde te das cuenta de que este país tiene más bancos que bares.
Kirchberg está al otro lado del Puente Gran Duque Adolfo, esa estructura enorme que cruza el valle del Pétrusse y conecta la ciudad vieja con los rascacielos de cristal. Y cuando digo rascacielos… a ver… todo en Luxemburgo sigue siendo moderado, pero aquí es donde se concentran las sedes de la Unión Europea, las embajadas, los fondos de inversión y varios ministerios.
Luxemburgo es uno de los tres lugares donde se reparten las instituciones europeas, junto con Bruselas y Estrasburgo. Aquí están el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, el Banco Europeo de Inversiones y el Tribunal de Cuentas, entre otros. Por eso verás muchas banderas y coches oficiales.
Filarmónica de Luxemburgo
Más allá de la burocracia, Kirchberg es interesante por su arquitectura contemporánea. Si te gusta el diseño y la fotografía, te llamará la la Filarmónica de Luxemburgo, un edificio blanco espectacular con cientos de columnas que parecen flotar. Está justo en la Place de l’Europe, y aunque no entres, merece la pena acercarse solo por la fachada (si vas de noche, mucho mejor porque se ilumina.
MUDAM: arte moderno con vistas
A pocos metros está el MUDAM, el Museo de Arte Moderno, diseñado por Ieoh Ming Pei. Su nombre igual no te suena de nada pero te digo que es el mismo arquitecto de la pirámide del Louvre. El edificio combina piedra y cristal con un gusto impecable, y aunque las exposiciones son un poco “nivel arte contemporáneo del que no siempre se entiende”, la visita compensa por el espacio. Además, la entrada cuesta unos 8 €, y los domingos es gratuita.
Desde la explanada del museo se obtienen unas vistas preciosas del valle y de la Ciudad Vieja, así que aunque no entres, acércate.
Consejo práctico: si vas en transporte público, el tranvía te deja a pocos minutos del museo y de la Filarmónica. Recuerda que todo el transporte en Luxemburgo es gratuito, así que no tienes que preocuparte por billetes ni apps.
Kirchberg no tiene el encanto del Grund, ni mucho menos, pero si tienes tiempo de sobra en Luxemburgo es un sitio genial para visitar. Al final, es el símbolo de la Luxemburgo del siglo XXI: moderna, eficiente, sin ruido ni alardes. Y aunque no es imprescindible para todos los viajeros, sí que ayuda a entender cómo un país tan pequeño puede ser tan potente.
Qué ver cerca de Luxemburgo, castillos, valles y pueblos que parecen de cuento
Si tienes más de un día en la capital, te recomiendo que explores los alrededores de Luxemburgo. Y es que hay muchas posibilidades cerca de la capital que son una joya en miniatura: castillos en lo alto de colinas, valles cubiertos de viñedos y pueblos tan bonitos que te hacen replantearte tu lugar de residencia.
Nosotros pasamos dos días en Luxemburgo ciudad y después seguimos viaje por los alrededores. Hicimos una ruta circular que incluyó el valle del Mosela, varios pueblos alemanes preciosos junto al río, una parada en Colonia y una última jornada en Trier, antes de regresar a Luxemburgo para coger el vuelo. Una ruta sencilla, variada y perfecta para la época en que lo visitamos: Navidad.
El castillo de Burg Eltz: la joya del Mosela
Nada más salir de Luxemburgo pusimos rumbo al valle del Mosela, y nuestra primera parada fue el castillo de Burg Eltz, que no es un castillo cualquiera. Es uno de los más bonitos y mejor conservados de Alemania, y cuando lo ves aparecer entre los árboles, con sus torres afiladas y su puente de piedra, entiendes por qué está en todas las portadas de Instagram.
Lo mejor es que no está en lo alto de una colina como los demás, sino escondido en un valle, rodeado de bosque. Esa localización fue clave para su defensa en la Edad Media y para las fotos hoy.
El castillo pertenece a la misma familia desde hace más de 850 años, algo rarísimo en Europa, y sigue amueblado con piezas originales.
Aunque solo abre de abril a noviembre, merece la pena acercarse y verlo desde fuera porque está en un entorno maravilloso.
Pueblos del Mosela, una auténtica belleza en los alrededores de Luxemburgo
El valle del Mosela alemán es el plan perfecto para bajar el ritmo: pueblos de cuento, vino blanco y terrazas al sol.
Nosotros fuimos parando en los que sus mercadillos eran más famosos: Cochem (el más animado y con castillo), Beilstein (más pequeño, encantador y con vistas preciosas) y Bernkastel-Kues, con un casco antiguo lleno de casitas de entramado de madera y bodegas familiares.
Colonia: historia, mercadillos y cerveza
De los pueblos del Mosela seguimos hacia Colonia, y fue una sorpresa enorme. Está a unas 2 horas y media de Luxemburgo ciudad y, aunque es mucho más grande, merece al menos un día completo.
Su catedral gótica impresiona de verdad (es una de las más altas del mundo) y el casco antiguo, junto al Rin, tiene ese ambiente alegre que echas de menos después de tanto silencio luxemburgués.
Si vas en Navidad, Colonia se llena de mercadillos (hay más de siete repartidos por toda la ciudad). Y si no, siempre puedes hacer una parada en alguna cervecería local y probar la Kölsch, la cerveza típica de la ciudad, servida en vasos diminutos y con una eficacia que asusta.
Trier (Tréveris): un pedazo de Roma antes de volver
De regreso a Luxemburgo, hicimos una última parada en Trier, la ciudad más antigua de Alemania y una de las excursiones más interesantes que puedes hacer desde la capital.
Fue fundada por los romanos hace más de 2.000 años y conserva algunos de los restos mejor conservados del Imperio: la Porta Nigra, el anfiteatro, las termas imperiales (Kaiserthermen) y la basílica de Constantino.
Pasear por su casco antiguo, entre ruinas romanas y plazas llenas de cafés, es un cierre perfecto para cualquier ruta.
💡 Curiosidad: Trier también fue la ciudad natal de Karl Marx. Su casa natal es hoy un pequeño museo (solo para fans de la historia o la economía, aviso).
Después de Trier volvimos a Luxemburgo ciudad para coger el vuelo de vuelta, con la sensación de haber hecho un viaje completo: historia, castillos, vino, pueblos preciosos y hasta una catedral gótica gigante. Todo en apenas unos días y con trayectos cortos. Luxemburgo y su entorno son así: compactos, tranquilos y mucho más interesantes de lo que imaginas antes de ir.
- Si vas sin coche a Luxemburgo, puedes reservar esta excursión a Trier desde Luxemburgo.
Otras excursiones desde Luxemburgo
Aunque nosotros no hicimos esta ruta, quiero contarte los destinos más populares que visita la gente desde Luxemburgo:
Dónde dormir en Luxemburgo

Algunas opciones monas y bien valoradas ahora mismo:
🏨 Hotel Simoncini – moderno, céntrico y con desayuno estupendo.
🛏️ Hotel Parc Beaux-Arts – justo al lado del Palacio Ducal, decoración clásica y ubicación inmejorable. Prepara la cartera, eso sí.
💰 Youth Hostel Luxembourg City – económico, vistas al Grund y desayuno incluido (ideal si buscas algo funcional y no te importa compartir habitación).
Consejo: Luxemburgo no es barato, pero la mayoría de hoteles incluyen desayuno. Si viajas en fin de semana, los precios bajan bastante porque el público principal es de negocios.
Trasporte gratuito en Luxemburgo: cómo moverse

Eso hace que sea muy fácil hacer excursiones sin coche, aunque si vas en familia o quieres moverte a tu aire, alquilar uno (por ejemplo, con DiscoverCars) te da libertad total.
💡 Consejo: si alquilas coche, cuidado con los aparcamientos del centro: muchos son subterráneos y carísimos. En las afueras hay park & ride gratuitos con bus directo al centro.
Todas tus preguntas sobre Luxemburgo
¿Cuántos días hacen falta para ver Luxemburgo?
Con dos días completos puedes ver bien la capital: el casco histórico, el Grund, la Corniche, las Casamatas y el Palacio Ducal.
Si quieres hacer alguna excursión, como Vianden, Burg Eltz o Trier, añade un día o dos más. En total, 3 o 4 días son ideales para disfrutar del país sin prisas.
¿Cuál es la mejor época para viajar a Luxemburgo?
Todo el año tiene su punto, pero primavera y otoño son perfectos: temperaturas suaves y menos turismo.
En invierno se llena de luces y mercadillos (mira mi post de Luxemburgo en Navidad), y en verano hay ambiente y días largos, aunque los precios suben.
💡 Consejo: el tiempo cambia en un segundo. Lleva chubasquero aunque haga sol.
¿Qué idioma se habla en Luxemburgo?
Los tres oficiales son el luxemburgués, el francés y el alemán, aunque prácticamente todo el mundo habla inglés. En restaurantes o tiendas te contestan sin problema en cualquiera de los cuatro.
¿Qué moneda se utiliza en Luxemburgo?
El euro, como en España. No tendrás que cambiar dinero ni preocuparte por comisiones raras.
¿Qué tipo de enchufes hay en Luxemburgo?
Los mismos que en España: tipo C y F. No necesitas adaptador, salvo que vengas con algún cargador británico o americano.
¿Es seguro viajar a Luxemburgo?
Mucho. Es uno de los países más seguros de Europa. Puedes pasear de noche sin problema y dejar el coche en la calle sin morderte las uñas.
¿Hay que dejar propina en Luxemburgo?
No es obligatoria, pero redondear o dejar entre un 5 % y un 10 % se considera de buena educación si el servicio ha sido bueno. En cafeterías y taxis basta con redondear.
No voy a mentir: Luxemburgo no era un destino que me quitara el sueño. Pero al final me encantó.
En solo dos días vimos muchos de los lugares imprescindibles que ver en Luxemburgo: el casco histórico, la Corniche, las Casamatas, el Grund y después los alrededores, con castillos, pueblos preciosos y hasta una escapada a Trier antes de volver a casa.
Luxemburgo es pequeño, ordenado y tranquilo, de esos sitios donde todo funciona y nada sobra. No tiene monumentos que te dejen sin aliento, pero sí ese tipo de lugares que se te quedan grabados por lo agradables que resultan.
Si buscas un destino europeo fácil, limpio, seguro y sin multitudes, Luxemburgo encaja perfecto. No impresiona a lo grande, pero sí convence poco a poco. Y eso, en los tiempos que corren, ya es mucho.
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